La vainilla y los hongos
La
vainilla natural se obtiene del fruto de una planta denominada
Vanilla planifolia. Se trata de una orquídea originaria de
Centroamérica pero que actualmente se cultiva en todas las zonas
tropicales del planeta. La vainilla es una planta trepadora con
flores de color amarillo que llegan a medir 6 centímetros y frutos
en forma de vaina de color negro, de los que se extrae la esencia de
vainilla. Una de las características más peculiares de la vainilla
es que es una planta epifita, es decir, una planta que vive sobre
otras plantas, pero que no las parásita sino que solamente las
utiliza de soporte. Esto les permite recibir más luz que las plantas
que habitan en el suelo, pero, como sus raíces no se adentran en el
suelo sino que son aéreas, tiene el inconveniente de una mayor
dificultad en la obtención de agua y nutrientes. En estos casos
obtienen el agua de la humedad del aire o de la lluvia que se
deposita sobre la superficie de su anfitrión, pero aun así es uno
de los factores más limitantes en su crecimiento. Es por ello que
muchas de estas especies de plantas epifitas desarrollan asociaciones
con hongos llamadas micorrizas. En estos casos las raíces de las
plantas son colonizadas por hongos no parásitos de manera que la
planta recibe del hongo nutrientes minerales y agua, y el hongo
obtiene de la planta hidratos de carbono y vitaminas que él, por sí
mismo, es incapaz de sintetizar.
Un
estudio hecho por investigadores de la Universidad Nacional de
Colombia en Palmira ha establecido que las variedades silvestres de
vainilla del Pacífico colombiano tienen una gran diversidad de
hongos micorrízicos. También han establecido que algunos de estos
hongos no solamente proporcionan nutrientes y agua a las plantas sino
que además las defienden de hongos patógenos, como el Fusarium, uno
de los más peligrosos para esta orquídea. La selección de las
cepas más adecuadas de éstos hongos puede resultar muy importante
para el diseño de estrategias de producción comercial y de
protección fitosanitaria.
La
importancia de estos estudios puede reflejarse claramente en el caso
de la producción de vainilla en Madagascar. Durante muchos años
Madagascar fue uno de los máximos productores mundiales de vainilla,
pero una severa enfermedad causada por hongos parásitos del género
Fusarium provocó que su producción cayera de 2.300 toneladas en
1984 a sólo 600 en el año 2004. Esta enfermedad, sin embargo, no
afectó a otros lugares del planeta. Parece ser que las variedades
cultivadas en Madagascar carecían de hongos protectores, cosa que si
ocurría en otros lugares del planeta. En muchas áreas de cultivo,
la vainilla es propagada a través de esquejes de una misma planta,
haciendo a los cultivos más susceptibles a cualquier patógeno que
pueda afectar a ese genotipo en particular.
El
buen manejo de los hongos simbióticos se ha mostrado imprescindible
para el cultivo de la vainilla, no solamente por sus capacidades
defensoras contra patógenos, sino que son también un requerimiento
fundamental en las primeras etapas del desarrollo de la planta. Las
semillas de vainilla son extremadamente pequeñas. Miden de 0,4 a
1,25 milímetros de largo y de 0,08 a 0,27 milímetros de ancho, y
carecen casi por completo de reservas nutricionales típicas de otras
semillas como almidón, aceite o proteínas de reserva. Si las
plantulitas no son colonizadas por hongos inmediatamente después de
germinar no son capaces de sobrevivir y mueren.
¿De
qué manera puede un hongo inducir a la planta defensas contra otro
hongo? La respuesta aun no es conocida pero se intuyen diversas
posibles causas. Una de ellas sería que el hongo simbiótico emita
sustancias que inhiban el crecimiento del hongo parásito. Otra
posible razón sería la competencia directa de los diferentes hongos
por el espacio y los nutrientes. Otra posible razón sería que la
presencia del hongo indujera en la planta la activación de una serie
de mecanismos de defensa contra los hongos parásitos. Una última
razón sería que la presencia de micorrizas haría que la planta
tuviera un mejor estado nutricional, haciendo a la planta menos
susceptible al ataque de los patógenos.
La
esencia de vainilla es, en proporción al peso, uno de los productos
derivados de plantas cultivadas más caros. El alto precio es debido
al complicado proceso de cultivo de la planta y de tratamiento del
fruto. La fecundación de las flores debe de realizarse a mano y
además se ha de realizar temprano por la mañana porque las flores
tienen una vida breve de apenas algunas horas desde el comienzo del
día. Además solo pueden polinizarse en época seca porque la lluvia
perjudica la formación del fruto. Los frutos recién recogidos de la
planta son prácticamente inodoros y para la obtención de la esencia
de vainilla requieren de una preparación minuciosa y metódica. Los
principios de ésta fueron desarrollados en México por los mayas. El
método más simple consiste en dejar madurar la vaina alternando
exposiciones de sol y sombra, aunque los resultados son mediocres. El
método más eficaz implica, sin embargo hasta 10 meses de trabajo
con una serie sucesiva de operaciones de transformación, secado y
clasificación antes de conseguir el producto final conocido como el
palo de vainilla que normalmente se comercializa. Desde el momento de
la floración hasta su comercialización pueden transcurrir 18 meses.
Debido a su elevado precio, actualmente el 90% del aroma de vainilla
que se consume proviene de síntesis química. La esencia de vainilla
es la mezcla de sustancias aromáticas cuyo compuesto dominante es la
vainillina. Las dos fuentes más comunes de la vainillina sintética
son: la lignina-vainillina, un subproducto de la industria del papel,
y la etil-vainillina, un derivado del alquitrán de hulla.
La
esencia de vainilla se utiliza como aromatizante y saborizante en la
industria alimenticia pero también en la industria farmacéutica y
en la elaboración de perfumes. Por ejemplo, un conocido perfume cuyo
nombre es semejante al del fruto del cocotero lleva esencia de
vainilla en su composición.
Como
ya he comentado la historia del consumo de la vainilla comienza en
México. Los mayas utilizaban los frutos curados mezclados con
resinas para perfumar los templos y los frutos verdes tenían varios
usos medicinales. En cuanto a los aztecas, su principal uso era el de
aromatizar una bebida espesa hecha a base de cacao, el chocolate, una
bebida únicamente destinada a los nobles y a los guerreros por su
elevado valor ya que ni el cacao ni la vainilla los cultivaban los
aztecas sino que debían obtenerlos de los totonacas, que habitaban
las regiones costeras del golfo de México alrededor de Veracruz.
Entre los aztecas la vainilla llegó a ser tan importante que servía
como moneda para transacciones y algunos de los pueblos que
conquistaban le debían pagar tributo al emperador azteca con frutos
de vainilla.
En
el siglo XVI los conquistadores españoles llevaron la esencia de
vainilla a Europa. A finales del siglo XVIII y principios del siglo
XIX el cultivo de la vainilla fue introducido en las colonias
francesas, inglesas y holandesas en sitios como Reunión, Java,
India, Tahití y las islas Seichelles, entre otros. Inicialmente los
intentos por producir frutos de vainilla fuera de su lugar de origen
fracasaron debido a la carencia de los polinizadores naturales, las
plantas florecían pero no fructificaban. En 1841 un esclavo de la
Isla de la Reunión llamado Edmond Albius desarrolló el método de
polinización manual, lo que permitió que se empezaran a extender
los cultivos comerciales. Actualmente los países mayores productores
de esencia natural de vainilla son Indonesia, Madagascar y China.

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