Las plantas se mueven

Una de las afirmaciones que toda persona conoce sobre las plantas es que las plantas no se mueven. Pues bien, esta afirmación no es del todo correcta. Y no, no estoy hablando de los árboles de Tolkien, no. De entrada, al menos algunas plantas poseen órganos que sí se mueven. Por ejemplo, algunas plantas carnivoras que cierran sus trampas para atrapar insectos o las mimosas que cierran sus hojas cuando son tocadas. En otros casos los movimientos también existen pero son extremadamente lentos. Por ejemplo, hay plantas que orientan sus hojas hacia el sol y su posición va cambiando a lo largo del día, o plantas que abren sus flores de día y las cierran durante la noche, o viceversa. Por tanto, la afirmación de que las plantas no se mueven no es correcta y deberíamos, en todo caso, decir que las plantas no se desplazan.

Ahora bien, ¿Es esto cierto? ¿No se desplazan las plantas? De entrada sabemos que hay partes de las plantas que si se desplazan, como puede ser el polen. Esto lo saben muy bien los alérgicos. El polen se puede desplazar con la ayuda del viento o bien con la ayuda de algunos animales como las abejas, otros insectos o algunos murciélagos fitófagos (que se alimentan de plantas). También las semillas se desplazan al dispersarse de su planta madre. En este caso la dispersión puede ser por el viento, la gravedad, con la ayuda de animales bien pegándose a su piel o bien viajando en su interior al ser comido el fruto, o también pueden flotar en el agua y dispersarse gracias a las corrientes, como es el caso de los cocos. Por eso hay cocoteros en islas diminutas perdidas en medio del oceano. Teniendo en cuenta que dentro de la semilla está el embrión (el germen), y que el embrión puede considerarse como un individuo en potencia, algo así como un feto, hasta cierto punto podemos considerar que una semilla que se dispersa es una planta que se desplaza, al menos un proyecto de planta que se desplaza. Podriamos decir que, al menos algunas especies de plantas tienen una juventud viajera pero que cuando se hacen mayores echan raíces.

Otro caso de plantas que se desplazan son las algas, al menos algunas de ellas. Tengamos en cuenta que el término coloquial alga incluye a dos grandes tipos de organismos. Por una parte se conocen como algas a un grupo de organismos muy sencillos que son capaces de hacer la fotosíntesis, pero que no son plantas propiamente dichas ya que o son unicelulares o bien tienen muchas células pero éstas no se organizan en tejidos. Es decir, pueden formar colonias de células pero no possen por ejemplo hojas o raíces propiamente dichas, las células no están especializadas. Muchas algas, propiamente dichas, viven bien flotando a merced de las corrientes, y por tanto se desplaza, o bien poseen mecanismos activos de desplazamiento, cilios o flagelos, que son como pequeños látigos que agitan para “nadar”. En otros casos viven pegadas a las piedras pero a veces se sueltan y se desplazan. Pero como he comentado esto no son propiamente plantas así que no cuentan. El otro tipo de algas son en realidad plantas como las terrestres solamente que viven sumergidas en el agua. Por tanto, tienen su misma estructura y sus mismos órganos y tejidos, incluídas las raíces. Estríctamente esto no serían algas sino plantas acuáticas. En cualquier caso, como tienen sus raíces debajo del agua la función de estas no es tanto absorver agua sino anclar a la planta cerca de la superficie ya que de otra manera se hundiría en aguas profundas y no recibiría la luz suficiente para realizar la fotosíntesis. Un ejemplo de este tipo de plantas es la Posidonia oceánica, esas cintas que aparecen en las playas después de un tempestad. Precisamente gracias a las tempestades estas plantas pueden desplazarse al ser arrancadas del fondo por la fuerza del agua y acabar en otro lugar donde consiguen enraizarse de nuevo.

Por tanto, las plantas si que pueden desplazarse, al menos algunas de ellas. Pero seguro que me direis, si, claro, se desplazan, pero no como la mayoría de los animales, por sus propios medios. Es cierto, pero hay algunas escepciones. Por ejemplo, existen algunos cactus que se mueven de un sitio a otro en busca de agua. Un ejemplo es un cactus que crece en la península de la baja California, en México, que se denomina chirinola, pero que también recibe en nombre de cactus reptante. El aspecto de la planta es la de uno de esos cactus que consisten en un cilindro verde erecto lleno de pinchos y que incluso se usa en jardinería. Supongo que nadie habra visto moverse a ningún cactus en un jardín, pero es que es estos casos están bien cuidados y regados, y no necesitan ir a buscar agua, pero la situación es muy diferente en los desiertos donde habita de manera silvestre. En estas zonas se pueden observar plantas de pitaya agria normales, con los tallos erectos, pero también otra plantas que presentan los tallos por los suelos, como si se hubieran tirado al azar después de ser cortadas. En realidad parte de las ramas de este cactus crecen de esta manera, pegados al suelo, pero además, se desplaza. El secreto radica en su manera de reproducirse. Este cactus reptante generalmente se propaga de manera vegetativa. Después de crecer algunos años, generando tallos erectos, se producen unas pocas ramas laterales que crecen pegadas al suelo. Estas ramas al mismo tiempo que crecen por su extremo, se van muriendo por su base, la que la unía a su planta “madre”. De esta manera consiguen desplazarse continuamente hacia adelante, manteniendo siempre un tamaño similar de entre uno y tres metros. A partir de la planta original se generan pues una serie de tallos reptantes que se alejan en todas direcciones, dando al conjunto el aspecto de un nido de lombrices. Sin embargo, e calcula que crecen unos 5 centímetros por año así que si vais por esa zona no espereis ver cactus reptando. El nombre científico de esta planta es el de Stenocereus eruca. Eruca significa oruga en latín. Durante estos desplazamientos la planta va generando raíces en la parte inferior en contacto con la tierra, de manera que es capaz de absorver el agua que necesita. Cuando llega a una zona especialmente húmeda (estamos hablándo del desierto, así que lo de húmedo es relativo), entonces genera un pequeño tallo erecto y puede incluso florecer. La floración es nocturna y dura unas pocas horas por lo que es casi imposible ver sus flores. De todas maneras, la forma habitual de reproducirse es la clonal, es decir, a partir de trozos de una misma planta se generan varias por fraccionamiento.

Aunque probablemente no tan espectacular como el caso de la chirinola mexicana, la reproducción asexual en plantas es bastante común. Muchas plantas emiten tallos a partir de los cuales se pueden regenrar raíces, que pueden dar lugar a nuevas plantas genéticamente idénticas a la original. Lo más habitual es que estos tallos sean subterráneos y entonces reciben el nombre de estolones. Las cañas y los bambús se reproducen de esta manera y por ello son tan difíciles de eliminar, aunque uno corte las partes que sobresalen siempre queda algún trozo de estolón enterrado capaz de reproducir una planta entera. En otros casos los estolones son aéreos. Un ejemplo es una planta muy habitual en nuestros balcones y que recibe el nombre de cinta o lazo de amor (Chlorophytum comosum). Esta planta, oríginaria de Sudáfrica, normalmente tiene forma de una roseta central de hojas de color verde y blanco. De tanto en tanto emiten un tallo que sobrepasa la roseta y en su extremo se forma como una mini roseta que, si la colocamos en una maceta, es capaz de emitir raices. Una vez las raíces han crecido lo suficiente, podemos cortar el estolón y tendremos una nueva planta, eso si, genéticamente idéntica a la original, es decir, un clon. En cierta manera, podríamos decir que, sin entrar en metáforas, los lazos de amor también se desplazan. Curiosamente, en algunos lugares como Chile a esta planta también se la conoce como malamadre, ya que da la impresión de que echa de casa a sus hijitos.

Y para terminar lo que a este paso se va a acabar conviertiendo en una sección fija: el genoma del mes. Y es que al paso que vamos finalizaremos este año con casi todos los genomas de las plantas agrícolas secuenciados. En esta ocasión la planta premiada ha sido... el cacahuete. Esta legumbre en los países desarrollados no pasa de ser un capricho, pero en muchos países desarrollados es una base importante de la alimentación. La producción mundial de cacahuetes asciende a 40 millones de toneladas al año. La obtención del genoma puede ayudar a mejorar esta especie haciéndola más resistente a las enfermedades y la sequía. Una diferencia de este cultivo respecto a otros cuyos genomas ya han sido secuenciados es que a pesar de ser un cultivo importante a penas se han realizado proyectos de mejora importantes, por lo que la secuenciación puede ser un punto de partida crucial.

El cacahuete (Arachis hypogea) es originario del norte de Argentina y es el resultado del cruce entre dos especies salvajes: Arachis durannsis y Arachis ipaensis. Este cruce tuvo lugar hace entre 4 y 6 mil años, y como consecuencia el genoma del cacahuete es, en realidad la suma de los genomas de las especies de las que proviene, es lo que se llama un poliploide. En realidad, lo que se ha secuenciado no es el genoma del cacahuete sino que se han secuenciado los genomas de las dos especies parentales por separado, siendo la suma de ellos el genoma completo del cacahuete, o casi.

El proyecto ha sido llevado a cabo por un consorcio internacional que incluye organismos públicos y empresas privadas de Estados Unidos, China, Brasil, Australia, India e Israel. La secuenciación propiamente dicha se realizó en el Instituto de Genómica de Pekín, y el ensamblado en la Universidad de Davis California. La financiación a procedido de una fundación de empresas de Estados Unidos, por una serie de organismos públicos de los países antes mencionados y por la empresa MARS. No es que quiera hacer publicidad a nadie, pero si ponen dinero para la investigación hay que reconocérselo, ¿No?

La palabra cacahuete procede de la lengua nahuatl y significa "cacao de la tierra" porque la vaina de sus semillas se parece a las del cacao solo que se encuentran en este caso bajo tierra. El mayor productor acutal del mundo es China, donde fue introducido por los portugueses en el siglo XVI.







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