Las flores calientes
 
Las plantas producen sustancias volátiles como señales de comunicación entre ellas y también como señales para comunicarse con algunos animales como pueden ser para atraer a aquellos que las polinizan o bien para ahuyentar a aquellos animales que se alimentan de ellas. Estas sustancias volátiles suelen ser derivados de ácidos grasos, benzenoides o terpenoides cuya capacidad de esparcirse por el aire se incrementa con la temperatura. Se cree que es por esta razón que algunas plantas son capaces de producir calor en sus flores. A estas plantas se las denomina termogénicas, es decir, productoras de calor. Casi todas las plantas termogénicas son polinizadas por insectos, en particular por escarabajos. El calor producido por estas flores incrementaría la dispersión de las sustancias volátiles atrayendo a un mayor número de insectos polinizadores. Por ejemplo, en un trabajo recientemente publicado en la revista Annals of Botany investigadores de Sudáfrica han medido la producción de calor a lo largo del día de estas plantas denominada Encephalartos villosus, o cícada africana, y han comprobado como la producción de calor varía enormemente a lo largo del día, lo cual coincide con las mayores o menores emisiones de sustancias volátiles.
 
Sin embargo, el fenómeno parece ser algo más complejo. Por un lado, para aumentar la dispersión de las sustancias volátiles bastaría con que la planta calentara las zonas de la flor donde éstas se producen y sin embargo se ha observado que en algunos casos es toda la flor en su conjunto la que se calienta. ¿Por qué la planta gasta esa cantidad de energía? Por otro lado, se ha observado que en algunos casos los escarabajos que polinizan estas flores llegan a permanecer dentro de ellas unas 24 horas antes de partir hacia la próxima flor. La respuesta puede radicar en el hecho de que los insectos son animales de sangre fría y requieren del calor externo para incrementar su temperatura corporal y, como consecuencia, su metabolismo y su actividad. El calor proporcionado por la planta les permitiría de esa manera ser capaces de moverse con mayor rapidez y, por tanto, de llevar el polen más eficazmente hasta la siguiente flor y así incrementar las posibilidades de polinización.
 
Un ejemplo de este tipo de plantas es Philodendron solimoesense, una planta que habita la Guayana francesa y norte de Brasil, y que posee una gran flor blanca en forma de embudo. Se ha medido que durante la noche la temperatura del interior de esta flor es unos 4 grados superior a la del ambiente exterior. Incluso en el cálido clima de la Guayana francesa, con unos 24 grados de noche, esta diferencia de temperatura es suficiente para incrementar la actividad de los escarabajos. Este efecto es muy superior en el caso de las zonas altas de Brasil donde también habita esta planta y en las que la temperatura nocturna puede bajar hasta únicamente 6 grados.
 
Las plantas termogénicas son bastante habituales en los bosques tropicales. Se han clasificado unas 900 especies pertenecientes al menos a 6 familias diferentes, y que son visitadas por al menos 220 especies de escarabajos. Se estima que este tipo de plantas que recompensan a sus polinizadores con calor pudieron haber sido aún más frecuentes durante la evolución temprana de las plantas con flores.
 
Por último, otra teoría afirma que el calor podría ayudar a proteger las flores contra el daño de las heladas. Esto permitiría a la planta de germinar y brotar antes que las plantas normales. Por ejemplo, la planta denominada Lysichiton camtschatcensis, que habita en las regiones pantanosas de la península de Kamchatka, las Islas Kuriles, Sajalín y el norte de Japón, todas ellas zonas bastante frías y donde la nieve se mantiene hasta bastante entrada la primavera. La capacidad de esta planta para generar calor le permite derretir su camino a través de una capa de nieve a principios de primavera. Esta planta utiliza el calor además para difundir su olor y atraer a los polinizadores. El problema es que los animales que la polinizan suelen alimentarse de carroña por lo que para atraerlos esta planta no emite un delicioso aroma a rosas sino una asquerosa peste a carne podrida. Es por ello que ha recibido en nombre común de “col de mofeta”.








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