El ADN revela la historia del boniato en Oceanía

El boniato, tambíen llamado batata, bataca, buniato, moniato, patata de Málaga, chaco, papa dulce, minina o camote, es una planta que actualmente se cultiva en gran parte del mundo por su raíz tuberosa comestible.


El boniato es una planta originaria de los trópicos de América Central y Sudamérica, donde ha sido domesticada y cultivada desde hace 8000 años. En Perú se han hallado representaciones de boniato en ceramicas precolombinas y restos de tubérculos en algunas tumbas. El boniato llegó a Europa en el siglo XVI y desde allí se difundió a todo el mundo.

Según estadísticas de la FAO en el año 2009 China fue el principal productor, siendo responsable del 80% de la producción mundial. Resulta curioso, sin embargo, que los países principales consumidores de boniato se sitúan en Polinesia. Por ejemplo, las Islas Salomón tiene la mayor producción per cápita del mundo: 160 kg por persona por año.

Se pensaba que los españoles y portugueses lo habían introducido en aquella región después del siglo XVI, pero recientemente arqueólogos han encontrado restos de esta raíz fechados antes de esa época. El más antiguo de ellos corresponde a los hallazgos en la isla Mangaia, en el archipiélago de las Cook, datado por radiocarbono alrededor del año mil. A partir de estos hallazgos se estableció la teoría de que el boniato fue introducido en Oceanía por polinesios que habían ido a Sudmérica y vuelto después, y se propagó desde allí a Hawái y Nueva Zelanda. Es posible también que fuesen poblaciones indígenas de Sudamérica las que cruzando el océano Pacífico llevaron la batata a Polinesia. No hay datos que indiquen que la planta pudiera haberse expandido espontáneamente mediante semillas que hubiesen cruzado el océano Pacífico flotando. Se pensó en la posibilidad de que las aves hayan llevado las semillas del boniato a Polinesia durante sus migraciones, sin embargo las variedades cultivadas en Polinesia se multiplican mediante esquejes y no por semillas, lo cual hace poco probable esta posibilidad.

Una evidencia a favor de que la transmisión fuera obra humana radica en la lingüística. En lengua polinesia el boniato recibe el numbre de kumala, que es muy similar al nombre que la especie recibe en legua quechua, donde se llama kumal. Por otro lado, se ha demostrado que las embarcaciones construidas en Polinesia y Perú durante la época precolombina podían navegar largas distancias.

En un trabajo publicado recientemente por investigadores de la Universidad de Montpelier en la revista PNAS se analizaron mediante marcadores genéticos, plantas de boniato procedentes de herbarios y plantas modernas obtenidas ambas de diferentes partes del mundo. Los datos genéticos apoyan la hipótesis de que el boniato llegó por primera vez a Oceanía hacia el año 1000 llevada por visitantes desde Sudamérica, y extendiéndose por todas las islas de la zona. Unos 600 años más tarde los europeos volvieron a introducir el boniato en Oceanía, pero esta vez proveniente de México y el Caribe a través de dos rutas históricamente documentadas. Por un lado, hacia el año 1500, españoles procedentes de las Filipinas introdujeron en Oceanía variedades de boniato procedentes originariamente de México. Por otro lado, portugueses procedentes de Indonesia introdujeron hacia el año 1600 variedades de boniato de origen caribeño y centroamericano. En la actualidad, las variedades cultivadas en Oceanía son una mezcla de las antiguas, originarias de Sudamérica, y de las introducidas posteriormente, originarias de Centroamérica.

Las muestras de herbario utilizadas en este estudio procedían, principalmente, de plantas recolectadas por el capitan Cook en sus visitas a Nueva Zelanda y las Islas de la Sociedad en 1769. En esa fecha los cruces con variedades introducidas por los europeos aun no eran tan abundantes, permitiendo rastrear su origen más facilmente.

Las pruebas de ADN realizadas en estos estudios son similares a las utilizadas para, por ejemplo, las pruebas de paternidad. Concretamente, las pruebas usadas en este estudio se basan en los llamados microsatélites que consisten en segmentos cortos de ADN con motivos repetidos, de 1 a 6 pares de bases, normalmente dinucleótidos, como ejemplo, la repetición simple de CACACACA. El número de repeticiones puede variar entre los individuos de una misma especie, lo cual los hace muy útiles para determinar los origenes de las variedades. Además, muchos de los microsatélites utilizados se basaban en secuencias del genoma de los cloroplastos, orgánulos celulares encargados de realizar la fotosíntesis y que se transmiten únicamente por via materna, lo cual los hace muy útiles en estudios de variabilidad genética como este del boniato.

Curiosamente, a pesar de su parecido, la patata y el boniato no tienen nada que ver y pertenecen a diferentes familias de plantas, las solanáceas en el caso de la patata, y las convolvuláceas, en el caso del boniato.

El nombre científico del boniato es Ipomoea batatas. Batatas proviene de uno de los nombres populares de esta planta, pero ¡De dónde procede Ipomoea? Pues del griego. Concretamente de ipos, que significa gusano, y de homoios, que significa parecido, y hace referencia a los zarcillos, es decir a los pequeños tallos del que se sirven ciertas plantas trepadadoras para sujetarse a una superficie o a otras plantas. Y es que el boniato, y muchos otros miembros de la misma familia, son plantas del tipo enredadera, trepadoras.

Para acabar solamente comentar que solamente en Perú se cultivan regularmente más de 2000 variedades de boniato, y que en Cataluña suele consumirse durante la festividad de la Castañada, la víspera del primero de noviembre, como acompañamiento de las castañas y de los tradicionales Panellets o como ingrediente base para la pasta de éstos.




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