BONIATOS
NO TAN TÓXICOS
Hace
unos pocos días recibí por internet un enlace a un video en el que
aparece una niña que presenta su trabajo de ciencias
(https://www.youtube.com/watch?v=exBEFCiWyW0). Este trabajo consistía
en comprobar la capacidad de brotación en boniatos comprados en
diferentes tiendas. Colocaba los boniatos en agua y después de 3
semanas comparaba si habían brotado o no. El boniato comprado en un
supermercado normal no había brotado en absoluto. El boniato
comprado en un supermercado normal pero en la sección de alimentos
biológicos había comenzado a brotar, aunque levemente. Sin embargo,
el boniato comprado directamente a un agricultor ecológico había
brotado profusamente mostrando gran número de hojas. En el video, la
niña afirma que el boniato de supermercado no brota porque ha sido
tratado con una sustancia química denominada Clorpropham que, además
de impedir la brotación de los tubérculos, se ha demostrado que
este producto produce cáncer, así que nos recomienda que no
compremos ni boniatos ni patatas ni cebollas en el supermercado
porque son tratadas con Clorpropham y son malas para la salud.
A
cualquiera que vea este video donde una niña te dice que las patatas
del supermercado son malas, malísimas le entran dudas porque piensas
que una niña no tiene por qué mentir. Dejando de lado que
probablemente el guión se lo debió escribir otra persona, al acabar
de ver este video decidí intentar averiguar que había de cierto en
todo esto.
Por
un lado es cierto que existe un producto denominado Chlorpropham, que
de hecho es el nombre comercial de una sustancia denominada isopropil
(3-chlorofenil) carbamato que, entre otras cosas, se utiliza para
evitar que germinen las patatas y otros tubérculos. Por tanto, si es
cierto que los boniatos del video fueron tratados con Chlorpropham,
este es realmente efectivo para inhibir la brotación.
Ahora
bien ¿Es cierto que este producto produzca cáncer y sea tóxico?
Buscando entre las revistas científicas encontré que sí. Hay
algunas publicaciones científicas donde se demuestra que alimentando
a ratas con chlorpropham se induce en éstas cáncer, daños en las
mitocondrias y muerte celular, entre otras cosas
(http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15212809). Ahora bien, y aquí es
donde está la clave, estos daños solamente se producen por encima
de cierta dosis mientras que a concentraciones bajas el producto es
inocuo y no hay diferencia con las ratas control. Y es que aquí está
la clave, en la palabra dosis. Muchas de las sustancias que comemos
pueden ser tóxicas si las comiéramos en grandes cantidades. Un poco
de sal en la comida puede estar bien pero si nos tragáramos un kilo
de sal de golpe tendríamos serios problemas de salud. Otro ejemplo,
un par de tazas de café al día pueden ser incluso saludables pero
si nos bebiéramos cinco litros entonces podríamos llegar a
morirnos. Por eso no se puede hablar de sustancias tóxicas si no se
especifica la dosis. Ya lo dijo Paracelso en 1538: "solo la
dosis hace el veneno".
Toda
nueva sustancia que se quiere introducir en la cadena alimentaria
debe de pasar antes unas pruebas de toxicidad que determinan la dosis
a partir de la cual pueden causar problemas, y una vez determinada
esa dosis siempre las dosis permitidas para uso cotidiano son mucho
menores a las menores que pueden producir problemas de salud. Y, al
menos en Europa, estos aditivos y demás sustancias están muy
controladas y estudiadas. Así que no nos dejemos asustar por videos
de niñas. Hoy en día comemos mejor que nunca, al menos en Europa,
en otros lugares por desgracia no es así. pero aquí nunca habíamos
comido mejor, nunca hemos tenido mejor salud, nunca hemos vivido más
que ahora.
Pero
volvamos al chlorpropham. De acuerdo con la información toxicológica
del producto comprobamos que empieza a ser problemático cuando se
consumen al día más de 50 mg por Kg de peso corporal. Es decir, que
una persona de 60 kilos de peso podría consumir 300 mg de este
producto al día sin que tuviera problemas de salud.
La
siguiente pregunta es ¿Cuánto Clorpropham comemos cuando comemos
patatas? La cantidad que se aplica a las patatas para evitar que
broten es de 30 miligramos por kilo. Por tanto, y haciendo unos
sencillos cálculos, para que una persona empezara a tener un riesgo
de salud debería comer al menos 10 kilos de patatas tratadas al día,
y no un solo día, sino muchos días seguidos. Realmente si alguien
comiera 10 kilos de patatas cada día tendría problemas de salud
pero no creo que fueran debidos al Clorpropham. Pero es que la cosa
es aun menos grave ya que el Clorpropham se acumula sobre todo en la
piel de las patatas de manera que si éstas se lavan y se pelan antes
de cocinar la cantidad del producto se reduce muchísimo. Y aun más,
el Clorpropham se destruye con el calor de manera que si las patatas
son cocinadas la cantidad que quedaría en nuestro plato sería a
penas detectable. Dicho de otra manera, deberíamos comer no ya 10
kilos sino 100 o muchos más kilos de patatas al día para tener
algún problema de salud. Curiosamente esto no se menciona en el
video.
A
pesar de todo, ¿Qué se gana rociando las patatas con Clorpropham?
Por un lado hay un componente económico, y es que las patatas duran
más. La mayoría de nosotros no compraría un saco de patatas si
viéramos que contiene patatas brotadas. Si eso ocurriera, esas
patatas debería ser eliminadas, con el consiguiente coste no
solamente económico para el supermercado sino también coste de
producción y medioambientales: abonos que se usaron para nada,
combustibles desperdiciados, costes de transporte, etc. etc. Ya
solamente esos motivos pueden ser importantes pero es que aun hay
mas, hay razones de salud. Las partes verdes de las plantas de patata
o de boniato contienen una sustancia denominada solanina que es muy
tóxica para los animales. De hecho, las planta utiliza esta
sustancia para evitar ser comida por los herbívoros. Es por eso que
jamás comeremos una ensalada de hojas de patata, de boniato o de
tomatera, que es una planta de la misma familia y cuyas hojas también
acumulan solanina. Afortunadamente esta sustancia está presente
únicamente en las partes verdes como tallos y hojas, pero no en los
tubérculos o en los frutos maduros. En el tubérculo de patata,
concrétamente, la cantidad de solanina es muchísimo menor que en
las hojas y no supone ningún riesgo de salud a no ser que las
patatas hayan estado expuestas a la luz en presencia de humedad y
hayan empezado a brotar. Si esto ocurre, podríamos observar como
progresivamente la superficie del tubérculo se va volviendo de color
verde lo cual significa que va acumulando más solenina. La
concentración de solanina puede aumentar de 50 a 100 veces en una
patata brotada respecto a una que no lo esté, y puede representar un
problema de salud. Si la brotación es leve puede eliminarse la zona
afectada y consumir el resto, pero si es generalizada mejor tirar la
patata a la basura y evitar riesgos.
La
toxicidad de la solanina es de 3 mg por kg de peso corporal. Esto
quiere decir que una persona de 60 kilos no puede comer mas de 180 mg
de solanina sin tener problemas serios de salud. El contenido de
solanina en una patata brotada se sitúa en torno a 1 mg por gramo de
patata verde. Esto quiere decir que comer 180 gramos de patatas
brotadas puede llegar a resultar mortal, es decir, comer unas 2
patatas. En realidad al cocinarlas esta cantidad se reduce pero en
cualquier caso no se elimina totalmente y sigue siendo más tóxico
que el Clorpropham.
En
resumen, para tener problemas con el Clorpropham deberíamos comer al
menos 100 kilos de patatas cada día durante unos cuantos días y en
cambio si nos comiéramos unas cuatro patatas brotadas de esas que
tan alegremente muestra la niña podríamos llegar a morir... Las
apariencias engañan.
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