Devuelven a la vida a una planta de 32.000 años




Investigadores del Instituto de Biofísica Celular de la Acaddemia Rusa de Ciencias, en Moscú, reviven una planta que estuvo sepultada durante unos 32,000 años bajo el hielo de Siberia.
 Esta planta, que pertenece a la especie Silene stenophylla, una planta nativa de Siberia que pertenece a la misma familia que el clavel, fue revivida a partir de cultivos celulares obtenidos de un fruto congelado. Las pruebas del carbono 14 demostraron una edad de más de 32.000 años. Los frutos fueron hallados cerca del rio Kolyma, en Siberia Oriental, a unos 1200 km del extremo oriental de Rusia, a unos 38 metros de profundidad por debajo del permafost y rodeados de huesos de, entre otras cosas, mamuts, bisontes o rinocerontes lanudos. Los restos formaban parte de la 'despensa' de un roedor prehistórico, una especie de ardilla terrestre que enterró su comida en su madriguera. Los frutos hallados contenían semillas maduras, pero estaban dañadas, seguramente por la misma ardilla, ya que estos animales suelen mordisquear las semillas cuando las guardan en las madrigueras para evitar que germinen. Sin embargo, algunas semillas inmaduras y frutos contenían células aun viables, de manera que los investigadores extrajeron los tejidos, los colocaron en placas conteniendo medios de cultivo adecuados, y lograron producir pequeñas plántas. Éstas se desarrollaron para dar lugar a plantas completas que florecieron pasado un año, produciendo semillas viables. Las plantas eran similares a las actuales Silene stenophylla, aunque las flores no eran completamente idénticas. Este estudio sugiere que inmersas en el permafost puede haber un gran depósito genético de plantas antiguas que podría permitir la resurrección de numerosas especies de plantas ahora extintas. Algunas de estas semillas podrían corresponder a especies cultivadas por el hombre, aunque probablemente la mayoría serían de especies no cultivadas.

El anterior record de una planta antigüa regenerada correspondía a una palmera datilera de unos 2000 años de antigüedad cuyas semillas fueron desenterradas en 2008 del Mar Muerto, en un lugar fresco, pero muy seco, a diferencia de las semillas de Siberia. El record anterior correspondía a unas semillas de loto de unos 1300 años de antigüedad, recuperadas del antigüo lecho de un lago en el noroeste de China.

La posibilidad de la regeneración de semillas que se han congelado durante tanto tiempo puede tener implicaciones importantes para la conservación de especies en bancos de semillas. De hecho, el almacén de semillas más grande del mundo está situado en Svalbard, un archipiélago noruego localizado a la latitud de 80 grados. Se trata de la llamada Bóveda Global de Semillas, creada para salvaguardar la biodiversidad de las especies de cultivos que sirven como alimento. Se conoce popularmente como "Bóveda del fin del mundo". Se construyó a 120 metros de profundidad y se inauguró en 2008, con 100 millones de semillas procedentes de un centenar de países de todo el mundo. Los tres almacenes en que está dividida tienen capacidad para 2.000 millones de semillas, que sólo serán extraídas en caso de que las del resto del mundo se destruyan. Mientras tanto se conservarán a 18 grados bajo cero en cajas de aluminio cerradas herméticamente, lo que garantiza una baja actividad metabólica y un perfecto estado de conservación durante siglos. La bóveda es impermeable a la actividad volcánica, los terremotos, la radiación y la crecida del nivel del mar, y en caso de fallo eléctrico, el permafrost del exterior actuará como refrigerante natural. Es por esto que resultan de gran interés las técnicas utilizadas por el equipo ruso para regenerar semillas tan antiguas conservadas en unas condiciones muy similares a las de la Bóveda del fin del mundo.

Por último, una curiosidad lingüística. Fue el sueco Carlos Linneo el que introdujo la llamada nomenclatura binomial a las especies. Éste es un convenio utilizado para denominar las diferentes especies de organismos (vivos o ya extintos) formado por la combinación de dos palabras: el nombre del género y el nombre específico. El conjunto de ambos es el nombre científico que permite identificar a cada especie como si tuviera "nombre y apellido". La persona que describe por primera vez una especie es la que tiene el privilegio de darle nombre. Cuando el autor elige asignar un nombre específico derivado de un nombre propio, es a título de homenaje o reconocimiento, dedicándosela a un colega, amigo o familiar, en forma latinizada; se considera de mal gusto y signo de egocentrismo que el autor se dedique la especie a sí mismo. Por ejemplo Escherichia coli es por Theodor Escherich, pediatra alemán, y coli significa "intestinal" o "del colon". En otros casos, los nombres se eligen en referencia a caracteres o propiedades del ser vivo que se nombra, por ejemplo, en Cistus albidus (jara blanca), el término albidus (blanco, en latín), hace referencia al color blanquecino de las hojas de esa planta, y en Lavandula officinalis (lavánda) el término officinalis, que significa botica u oficina en latín, recuerda que la planta tiene propiedades medicinales.
Si esto es así, ¿De dónde viene el nombre de Silene stenophylla? Stenphylla se refiere al carácter estrecho de las hojas (del griego stenos, estrecho y phyllo, hoja). En cambio Silene es una alusión a Sileno padrastro de Baco, siempre representado con una barriga inflada, que recuerda a los cálices a menudo hinchados de las flores de numerosas especies del género. Curiosamente, los romanos a Sileno lo llamaron Silvano, palabra de la cual deriva la palabra selva, ya que se le consideraba protector de los campos. Teniendo en cuenta su relación con el vino supongo que debía proteger especialmente los viñedos.

 


Podcast Fascinación por las plantas - Cap.1


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